jueves, 9 de julio de 2009

Vanity Press, fraudes y desgracias

Encontré esto en el sitio Las historias de Alberto Chimal, uno de los escritores mexicanos que más le sabe a la literatura fantástica.

Le cedemos la palabra a maese Chimal:

Aprovecho para lo siguiente: Argenta parece ser una de esas editoriales que cobran a sus autores por publicar sus textos, en el esquema que (como escribí en una nota previa) se llama a veces “vanity press”. Nombre despectivo y todo, ésta puede ser una opción útil en algunas circunstancias…, cuando la editorial es honesta. He aquí una breve lista de signos que pueden indicar que una editorial de este tipo no es honesta:

1. El precio de impresión es ridículamente alto. Imprimir un libro tiene un costo bastante menor, por unidad, que el precio de venta que el libro tendría de ser publicado por una editorial comercial, pues éste debe incluir no sólo la ganancia de la editorial (con el porcentaje que se destinará al autor), sino también la del librero, el distribuidor… Si el precio unitario del libro que usted va a mandar hacer en México es el que tendría si fuese publicado por Anagrama e importado desde España, cuidado: quien fija el precio lo infla para sacar más de lo que con justicia le correspondería por el trabajo que va a hacer.

2. Las cláusulas del contrato son confusas o tramposas. Si no hay contrato de por medio es peor todavía, pero un contrato con una editorial de este tipo debe incluir al menos el compromiso de entregar los libros encargados a más tardar en una fecha precisa, no tirar de menos ni de más (es decir, no imprimir menos ejemplares de los estipulados, ni tampoco más) y dar un reembolso parcial o total del dinero que se vaya a invertir en caso de que se decida rescindir el contrato. Siempre será mejor contar con algún tipo de asesoría legal en estos casos, pero, como mínimo, las condiciones básicas del trato deben quedar asentadas por escrito y sin ambigüedades.

3. Se cobra por “dictaminar”. Se supone que las editoriales que se discuten aquí son, más bien, imprentas, cuando mucho con algunos servicios adicionales. En principio, tendrían que aceptar cualquier cosa, porque quien va a pagar por su impresión es el autor. En algunos casos, estas editoriales pueden intentar hacerse de cierto prestigio como algo más (quizá como una editorial auténtica e independiente de los criterios del mercado), por lo que podrían tener algunos criterios para discriminar lo que publican. Pero en ningún caso tendrían que cobrar por decidir si publican algo o no. Lo que sucede en la mayoría de los casos en que ocurre algo así es que el dictamen es negativo o sólo el primero de muchos líos y trabas que tienen como fin exprimir a los autores inéditos tanto dinero como sea posible.

(Esto de los dictámenes, por cierto, es un signo de deshonestidad que también dejan ver muchos “concursos literarios” que hay por ahí. Y en éstos, de hecho, la estafa es muchas veces doble: se paga por concursar, después de algún tiempo se recibe una notificación –”no ganaste pero sacaste mención” es la típica– y al final se pide una cantidad enorme de dinero a cada concursante para enviarle un ejemplar de la “antología de ganadores”. De más está decir que de ese libro sólo se imprimen los ejemplares que se llegan a enviar.)

4. Hay retrasos y problemas constantes. Los libros no aparecen a tiempo, el tiraje se pierde (dicen) o se estropea, súbitamente la empresa entra en crisis… Si esto le ocurre a usted, desde luego, probablemente ocurrirá cuando ya sea tarde para recuperar su dinero: podrá estar seguro de que lo ha perdido si de pronto le empiezan a decir que sólo podrán darle una parte mínima del tiraje a menos que pague más o cualquier cosa por el estilo…

5. Se utilizan estrategias de manipulación. No sólo me refiero a las que se pueden suponer más habituales para “justificar” los precios inflados (la crisis, la competencia feroz, la presión de las editoriales grandes (?) o cualquier otra por el estilo), sino también a varias otras. Los editores deshonestos intentan halagar el ego de los autores inéditos (ellos sí los aprecian, dicen) pero a la vez darles una sensación de dependencia o desvalimiento (”nadie más te va a hacer caso”, “ya invertiste todo este dinero y ya no se puede volver atrás aunque falte mucho más por gastar”, etcétera). Si a la hora de hablar con un editor o impresor se le pide que hable claro y asiente todas las condiciones del trato legalmente, y éste no lo hace (si se indigna, si trata de envolvernos, si amenaza) hay que cancelar el acuerdo inmediatamente.

Una buena idea para comprobar la fiabilidad y honestidad de una editorial de autores autofinanciados (éste es otro nombre habitual) es buscar referencias independientes sobre ella: ni su sitio web, ni su publicidad, ni nada que dependa directamente de ellos.

Espero que esto sirva a alguna persona. Saludos y suerte en estos días aciagos.

Los Brazos de Kali es una editorial que busca difundir antes que obtener ganancias, nos interesa más sacar buenos productos antes de que nos paguen. Los escritores se hacen escribiendo y las editoriales se hacen publicando.

Aquí no exigimos que el autor nos apoye para que nosotros lo publiquemos pues nos importa más el libro que otra cosa. Precisamente por ello es que somos cuidadosos con lo que nos cae en las manos. Es simple, la idea es que tanto el autor como la editorial ganen. Nada más.

Saludos y seguimos en contacto.

Atte: La gerencia.