sábado, 7 de mayo de 2011

El Perfil

Hay dos tipos de escritores: los que piensan y los que imaginan.

Los que piensan aman el conocimiento y la erudición, escriben para pensar y piensan para escribir, por su puesto que leen, se inspiran en los demás, suponen que serán mejores conforme envejezcan, y en ocasiones están en lo cierto. Con sus textos culminan un proceso que empezó cierto día que dieron con cierto libro casi perdido que un oscuro autor del Este europeo concibió. Pulen su estilo, lo nutren, tratan de demostrarse algo, de ser algo.

Los que imaginan, a su vez, casi no leen, su estilo no suele ser muy limpio y se inspiran en cosas que han visto o vivido, pero escriben porque lo necesitan al igual que comer, beber o respirar porque ellos escriben para no gritar, para no llorar o incluso para no morir, mas no siempre lo logran.

¿A cuáles preferimos? A los dos, los autores que piensan y los que imaginan suelen salirse de la vía principal y por eso los queremos aquí. Ideas frescas, narrativas innovadoras, sentido común, todo tiene cabida en un sello, y se acomodará naturalmente con el andar de la carreta.

Saludos.